Un país inviable

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«Cuando adviertas que para producir necesitas la autorización de quienes no producen nada; cuando compruebes que el dinero fluye hacia quienes trafican no con bienes sino con favores; cuando percibas que muchos se hacen ricos por el soborno y las influencias más que por el trabajo, y que las leyes no te protegen contra ellos, sino que, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra ti; cuando repares que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un sacrificio personal, entonces podrás afirmar sin temor a equivocarte que tu sociedad está condenada.» (Ayn Rand)

 

Seguramente varios de quienes se toman el trabajo de leer nuestros comentarios, conocerán el párrafo con el que damos comienzo a éstas líneas.

 

Ayn Rand, la reconocida filósofa de origen ruso nacionalizada estadounidense, muestra a través de su pensamiento y de su obra, cuál es la verdadera filosofía del llamado capitalismo. Lo hace con crudeza, con frialdad, con esa especie de máquina de pensar que parece alejada de todo sentimiento. En realidad, si acercamos un poco la lupa con la que observamos la vida, veremos quela señora Rand tenía bien presentes los sentimientos que mueven al mundo, y en especial al mejoramiento de la calidad de vida a través de la ciencia, la tecnología y la producción y multiplicación de la riqueza.

 

Es muy triste observar que nuestro país se ha vuelto inviable. Y más aún lo es ver que cada día que pasa, la cuchilla segadora de la iniciativa privada y de la creatividad actúa con más vehemencia. La pobreza está en el orden del 42% según las mediciones oficiales. Pero tales mediciones no contemplan que los subsidios de todo tipo que perciben los individuos, al ser recursos no generados por ellos mismos, no constituyen en sí riqueza genuina, sino que son la forma de tapar el nicho de pobreza que no pueden cubrir con su esfuerzo personal. Dicho de manera más simple: quienes reciben ayudas son pobres aunque sus ingresos superen los mínimos determinados por la estadística.

 

La Argentina es, efectivamente, un país inviable. Lo es por muchas razones. Pero esencialmente lo es por la mentalidad, porque el consenso general de opiniones acepta que las cosas sean así, sigan siendo así, y hasta se perfeccionen en la misma dirección. Muchas veces nos han preguntado qué es lo que deberíamos hacer como país para dejar de caer en el magma de la miseria más abyecta. Podemos esbozar, desde nuestra perspectiva, las cuestiones más relevantes que podrían encauzar un futuro mejor. Las enumeraremos, partiendo de la base de que antes que cualquier otra cosa, lo que debe ocurrir en esta bendita tierra es que debe ser respetada la Constitución de 1853/60.

 

1. La corrupción generalizada, a la que hace referencia la señora Rand, es naturalmente lo primero que debería corregirse para que el país por lo menos dejara de devorarse a sí mismo.

 

2. Es imprescindible que funcionen las instituciones para que ningún delito, el que fuere, resulte impune.

 

3. El sistema de coparticipación federal debe ser abolido. Las provincias deben sostenerse con sus recursos. Y si requieren algún tipo de ayuda, ésta debería ser otorgada en calidad de préstamo, con un fin específico y debidamente auditada en forma independiente del Estado.

 

4. El sindicalismo organizado sobre la base de la afiliación cuasi compulsiva, debería ser reemplazado por un sindicalismo democrático, donde las afiliaciones fueran voluntarias y los pagos de las cuotas de afiliación estuvieran a cargo de los trabajadores, y no de los empleadores.

 

5. Debería abolirse el concepto de personería gremial para el sindicato “más representativo” a juicio del Poder Ejecutivo. La personería debería ser válida para cualquier asociación gremial, como lo es para cualquier sociedad civil.

 

6. Deberían abolirse las corporaciones, los colegios de profesionales con matriculación compulsiva.

 

7. Los impuestos deberían ser a los consumos. Siendo el ahorro la base de la fortuna, castigar al que ahorra con impuestos es un contrasentido.

 

8. Si transitoriamente fuera necesario establecer impuestos sobre las ganancias, éstos no deberían ser de proporcionalidad diferente según sea mayor o menor la ganancia. La igualdad es la base del impuesto y de las cargas públicas. Si el impuesto es un determinado porcentaje, debe ser igual para todos.

 

9. Si ha de existir un Banco Central éste debe ser verdaderamente autónomo del poder político. Si no, es mejor que se lo disuelva.

 

10. El Estado no puede ser deficitario. Las cuentas públicas deben estar ordenadas.

 

11. La libertad de comercio debe regir plenamente, lo mismo que las demás libertades que establece la Constitución.

 

12. Las aduanas pueden servir para controlar la calidad de lo que se ingresa al país, pero los impuestos deben ser pagados cuando se comercian los productos. Las aduanas suelen ser verdaderos antros de corruptelas de todo tipo. Es necesario modificar de raíz el sistema.

 

13. Debe ser estrictamente respetado el derecho de propiedad. Siempre, en todos los casos y sin excepción.

 

14. Deben respetarse los contratos entre partes, debe aceptarse la libre competencia aún en los llamados “servicios públicos”. Las tarifas deben ser libres.

 

15. Las licitaciones públicas deben ser transparentes, internacionales, abiertas a quien quiera participar, libremente.

 

16. Los planes de estudio no deben ser elaborados por los gobernantes. Sí es factible partir de conceptos generales, pero hay que dejar libradas a las instituciones educativas de todo tipo la profundización de conocimientos. Es imprescindible evitar el adoctrinamiento.

 

17. Es básico contar con una moneda sana y confiable, para lo cual es imprescindible no emitir billetes sin respaldo.

 

18. Deben abolirse las indemnizaciones por despido. Pueden ser reemplazadas por un seguro de desempleo por el cual pagarían los trabajadores con parte de su salario.

 

19. Los poderes republicanos deben ser verdaderamente independientes.

 

20. Cualquier ciudadano debe poder presentarse como candidato si se cumplen las condiciones básicas de edad, nacionalidad y residencia. La partidocracia vigente limita el acceso de mucha gente bien intencionada que no tiene cabida en los partidos constituidos.

 

21. Debe abolirse toda forma de nepotismo, de amiguismo y de clientelismo. Debe respetarse el principio de la idoneidad.

 

22. Deben abolirse los privilegios de la clase política (jubilaciones, pensiones, viáticos, y demás canonjías).

 

23. El dinero público debe gastarse de manera eficiente. Debe ser auditado de manera independiente por entes privados conformados por profesionales de probada trayectoria.

 

24. Debe limitarse seriamente la cantidad de cargos y empleos públicos, en todos los órdenes y reparticiones del Estado.

 

25. Debe reformularse el Estado para que sea eficiente. Reducir o eliminar incluso la burocracia es una forma efectiva de hacer eficiente la producción de bienes y servicios.

 

26. El sistema tributario debe reformularse de manera que sólo rijan unos pocos impuestos. Y éstos deben gravar el consumo, como decimos más arriba. Especialmente deben eliminarse las tasas municipales cuyo destino específico hace rato que ha dejado de ser tal. Y los impuestos denominados “en cascada” como es el caso de los Ingresos Brutos.

 

27. Debe reducirse dramáticamente la carga tributaria sobre los salarios. De cada 100 pesos que percibe un trabajador, el empleador debe abonar 65 pesos adicionales.

 

28. Las llamadas Obras Sociales deben ser libres, y no deben ser administradas por sindicatos. Los aportes no deben ser coercitivos.

 

29. El sistema jubilatorio debe ser libre, y estar a cargo de los individuos forjar su futura vejez. Es absurdo que mientras un chico de 16 años está en condiciones de elegir un presidente de la República, un adulto de 40 años no puede ser dueño de su futuro.

 

30. El federalismo debe respetarse, debe regresarse al colegio electoral de manera de evitar que el reparto de dádivas en el conurbano bonaerense haga ganar elecciones a inescrupulosos de todo tipo.

 

31. Deben eliminarse de una vez y para siempre las denominadas “listas sábana”.

 

32. Los sistemas de ayuda a personas desvalidas deben reducirse en tiempo y forma en caso de ser imprescindibles. No es razonable asistir de por vida a las personas en tanto éstas puedan y deban valerse por sí mismas.

 

33. Las escuelas son para educar a los niños y jóvenes, no para darles de comer. Si ha de haber comederos, éstos no deben formar parte de las escuelas.

 

34. En términos generales, toda ayuda que se dé debe ser controlada y asegurarse de quien la recibe verdaderamente la necesite. Es sabido que son muchísimos los casos en los que las personas se aprovechan de la gratuidad pese a no necesitarla.

 

35. Es necesario que se acabe el vandalismo de los cortes de calles, rutas y puentes. Deben terminarse las ayudas y “planes” que están destinados a mantener organizaciones facciosas de origen político que viven a costa del dinero público.

 

36. Es imprescindible reducir el número de legisladores, asesores, concejales, ministerios, secretarías, etc.

 

37. El Estado está para administrar justicia, para ocuparse de la salud, de la educación, de la seguridad y de la defensa. No para ser empresario. Las empresas deben estar a cargo de particulares y en libre competencia.

 

38. Debe eliminarse el concepto de “servicio público” que pone en manos de los gobernantes regulaciones especiales que terminan destruyendo el sistema por razones políticas. Hemos sufrido durante décadas la destrucción de los ferrocarriles, del sistema energético, del transporte público de pasajeros, del sistema de aguas corrientes y demás, todo como consecuencia de regular tarifas y valores que impidieron la reinversión y el mejoramiento tecnológico.

 

39. La educación privada complementa a la pública y por eso recibe subsidios del Estado. Pero tanto tal educación como la pública, la abonan todos los habitantes del país a través de los impuestos. El Estado debería entregar “vouchers” para que los estudiantes y sus padres pudieran elegir a qué colegio enviar a sus hijos.

 

40. Los gobernantes son nuestros mandatarios, no nuestros mandantes. Debe quedar en claro de que la ley está hecha para que el Estado no avance sobre los derechos de las personas y no al revés.

 

Muy bien, con todo esto tenemos para empezar. Por supuesto que habrá cuestiones con las que unos u otros no estén de acuerdo. Toda opinión es siempre respetable. Pero más allá de eso, es fácil concordar con muchas de las cuestiones que aquí se enumeran. Una enumeración, que vale recalcar, de ninguna manera es taxativa o excluyente. Si se toma el camino de la libertad, de la independencia de los poderes republicanos, de la igualdad ante la ley, y de la seguridad jurídica dentro del Estado de Derecho, habremos emprendido el camino correcto. De lo contrario, la inviabilidad se acrecentará día a día, como hace varios años está ocurriendo.

 

 

Autor: Héctor Blas Trillo
Fuente: www.hectorblastrillo.blogspot.com
Informa: contadoresrosario.com